¿Mover el cuerpo puede sanar la mente?
¿Qué recomendarías a la gente que hiciera en vez de eso?
JH: Trata de hacer ejercicio que se sienta cómodo y desafiante, de modo que tu frecuencia cardiaca se vea elevada pero no acelerada. Para muchas personas, eso implicaría dar un paseo rápido por el parque o la cuadra.
¿El ejercicio ayuda de la misma manera contra la depresión?
JH: Tradicionalmente, la depresión se ha atribuido a la falta de serotonina en el cerebro, la cual se trata con antidepresivos. Sin embargo, para algunas personas con depresión, los medicamentos no funcionan bien, probablemente porque la serotonina no es su problema. Muchos de los que estudiamos la depresión ahora pensamos que el problema puede estar relacionado con la inflamación, que está relacionada con el estrés. La inflamación comienza a dañar las células del cuerpo, lo que induce una respuesta inmunitaria y aumenta la inflamación, que luego puede llegar al cerebro y afectar el estado de ánimo. Para esas personas, el ejercicio puede ser la medicina que necesitan, porque ayuda a combatir la inflamación. En los estudios, cuando las personas que no han respondido a los antidepresivos comienzan a hacer ejercicio, por lo general ven reducciones significativas en sus síntomas.
¿De cuánto ejercicio estamos hablando?
JH: Un estudio en el que se analizó la frecuencia, o la cantidad de ejercicio que se necesita para combatir la depresión, comparó 150 minutos de ejercicio moderado a vigoroso a la semana, la recomendación estándar de ejercicio para la salud física, con una cuarta parte de eso. Y ambos grupos se beneficiaron por igual. Por lo tanto, parece que la prescripción de ejercicio para la salud mental es menor que para la salud física, lo cual es bueno.
En términos de ayudar a combatir potencialmente la depresión, ¿crees que la intensidad del ejercicio es importante?
JH: Puede que sí. Hace unos años realizamos un estudio con estudiantes sanos que se enfrentaban a exámenes finales de gran presión. Algunos de ellos montaban en bicicleta estática de forma moderada tres veces a la semana durante 30 minutos y otros hacían ciclos de intervalos más cortos e intensos. Un tercer grupo no hizo nada de ejercicio. Al cabo de seis semanas, los estudiantes que no habían hecho ejercicio mostraban síntomas de una depresión bastante grave, que había aparecido con sorprendente rapidez, y presumiblemente por su estrés académico. Sin embargo, los estudiantes que habían hecho ejercicio moderado estaban menos estresados que al principio del estudio y sus niveles de inflamación eran más bajos. Pero lo que me parece realmente interesante es que los que hacían ejercicio intenso mostraban síntomas de mayor estrés, tanto físico como mental. Así que parece que el ejercicio moderado puede ser el más beneficioso para la salud mental.
Hablas con honestidad en tu libro sobre tus episodios de ansiedad, estrés y trastorno obsesivo-compulsivo, incluso después del nacimiento de tu hija y, más tarde, de tu divorcio. ¿El ejercicio te ayudó a sobrellevar la situación?
JH: Es la clave. Las enfermedades mentales pueden ocurrirle a cualquiera, incluso a las personas que parecen estar manejando bien las cosas. Para mí y para muchas otras personas, las transiciones de la vida, como el divorcio y el parto, pueden ser especialmente desafiantes. Después de mi divorcio, de verdad necesitaba algo para redirigir mi vida. Y sabía lo potente que es el ejercicio, como estímulo, para alterar el cerebro. Alguien mencionó los triatlones. Todavía andaba en bicicleta en aquel momento. Entonces, agregué actividades como correr y nadar.
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