Dime cuánto te ejercitas y te diré cuánto bebes

Los hombres y algunas mujeres en forma también tuvieron una probabilidad ligeramente mayor de ser bebedores excesivos —definidos para las mujeres como una ingesta mínima de ocho tragos o más por semana y 15 o más para los hombres— que sus compañeros con condiciones físicas más deterioradas. Curiosamente, las mujeres en forma que bebían en exceso a menudo reportaron preocupaciones sobre su nivel de consumo de alcohol, mientras que los hombres en forma en esa categoría rara vez lo hicieron.

¿Qué podrían significar estos resultados para quienes hacemos ejercicio con regularidad con el fin de mantenernos en forma? Aunque muestran con claridad que el ejercicio y el aumento del consumo de alcohol van de la mano, “es posible que la mayoría de las personas no asocien la actividad física y la ingesta de alcohol como comportamientos vinculados”, dijo Kerem Shuval, director ejecutivo de epidemiología del Instituto Cooper, quien dirigió el nuevo estudio. Por lo tanto, las personas que hacen ejercicio deben ser conscientes de su consumo de alcohol, advirtió Shuval, e incluso dar seguimiento a la frecuencia con la que beben cada semana.

Los médicos y los científicos no pueden afirmar con certeza cuántos tragos podrían ser demasiados para nuestra salud y bienestar, y el total probablemente difiera para cada uno de nosotros. Sin embargo, si te preocupa tu ingesta de alcohol (o le preocupa a tu cónyuge, tus amigos o tus compañeros de entrenamiento), deberías hablar con tu médico o un consejero.

Por supuesto que este estudio tiene límites. En su mayoría se enfocó en estadounidenses blancos y ricos, y lo que mostró fue solo una asociación entre el estado físico y la ingesta de alcohol, no que uno cause el otro. Tampoco puede explicarnos por qué ejercitarse puede conducir a un consumo excesivo de alcohol, o viceversa.

“Probablemente hay aspectos sociales”, dijo Shuval, refiriéndose a las posibles situaciones en las que se comparten unas cervezas o margaritas con compañeros de equipo y grupos de entrenamiento tras una sesión de ejercicio o una competencia. Es probable que muchos de nosotros también le pongamos una especie de “halo de salud” a nuestro ejercicio, lo que nos hace sentir que el esfuerzo físico justifica un cóctel extra, o quizás tres. Además, curiosamente, algunos estudios en animales muestran que tanto el ejercicio como el alcohol estimulan partes del cerebro relacionadas con el procesamiento de recompensas, lo que sugiere que, aunque cada uno por sí solo puede ser placentero, hacer ambos podría ser doblemente tentador.

“Necesitamos investigar mucho más” sobre las razones de ese vínculo, afirmó Shuval. Pero por ahora vale la pena tener en cuenta, especialmente en esta época festiva del año, que nuestras salidas a trotar, andar en bicicleta o al gimnasio podrían influir en la frecuencia y el entusiasmo con el que brindaremos por el nuevo año.

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